lunes, 2 de septiembre de 2013


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En la Iglesia católica se tienes tres ciclos litúrgicos para los domingos y para los días entre semana; en esta ocasión me voy a referir a la liturgia que se desarrolla de lunes a sábado.


En el tiempo ordinario se meditan los evangelios sinopticos (Marcos, Mateo y Lucas) dejando de estos evangelios para los tiempos fuertes las lecturas que hacen referencia al Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua.  Se comienza meditando el Evangelio de San Marcos en las primeras semanas del tiempo ordinario, luego se medita el Evangelio de San Mateo, hoy hemos comenzado la semana 22 del tiempo ordinario y con ella iniciamos la meditación del Evangelio de San Lucas; una persona que participa de la Santa Eucaristía diariamente logra hacerse una imagen muy precisa de la presencia de Jesús en medio de nosotros.


El Evangelio que hemos meditado hoy ha sido tomado del capítulo 4, versos 16 a 30 y en esta parte se nos narra el inicio de la actividad pastoral de Nuestro Señor Jesucristo; Jesús entra a la Sinagoga un sábado y tomando el libro del profeta Isaías les manifiesta cual es su misión, pero los oyentes desprecian la procedencia de Jesús en ese momento concreto, nosotros podemos caer en el mismo error de los que estaban en la Sinagoga escuchando a Jesús.  Por eso, es que valoramos a veces mejor a los extranjeros, a los que vienen de fuera, porque no apreciamos a los nuestros.  ¿Será que no nos estimamos a nosotros mismos y así tratamos a los más cercanos?  ¿Cuántas veces tu pareja, tus hijos, tus padres te han hecho caer en cuenta de cosas muy importantes, que si las hubieras atendido te habrías evitado muchos dolores de cabeza?  La voz de Dios está en los más cercanos a ti, escúchala.